La germinación de una semilla, a grandes rasgos, es el proceso por el cual se da inicio al nacimiento de una nueva planta. Este proceso involucra diferentes variables, tanto ambientales como de la misma semilla, los que conoceremos a continuación.
Se le denomina germinación, al proceso por el cual se reanuda el crecimiento embrionario en la semilla después de la fase de dormancia, la cual corresponde al estado en donde los procesos de crecimiento y desarrollo se suspenden temporalmente. La germinación es un proceso que comienza con la imbibición, es decir, con la toma de agua por parte de la semilla y finaliza cuando una parte del embrión atraviesa las estructuras que conforman la semilla, proceso denominado Emergencia, con lo cual comienza el crecimiento de la plántula.
LA SEMILLA
Por definición, la semilla es la unidad de diseminación y perpetuación en las plantas de tipo angiospermas, es decir, aquellas que generan flores. Por tanto, la semilla es la forma con la que cuentan las plantas para prevalecer en el tiempo, es decir son su medio de reproducción y supervivencia, que permitirá que su especie se mantenga dentro del ecosistema. Existen diferentes tipos de semillas y diferentes formas de propagación. En este caso nos centraremos en la semilla de Cannabis sativa.
Es necesario que la humedad ambiental se mantenga cercana a un 60%, ya que al ser menor existe un aumento en presión de vapor, lo que hace que el agua acumulada en el sustrato de germinación se pierda con mayor facilidad. Si se pierde una cantidad considerable de agua desde el sustrato, el proceso de germinación puede detenerse.
La semilla de Cannabis es un aquenio, que se propaga en la naturaleza a través de diferentes formas, siendo el transporte por aves la más efectiva. Sin embargo, en la actualidad el manejo de semillas de Cannabis es realizado por distintos fabricantes de semillas, quienes han seleccionado semillas y cruzado distintas variedades para obtener determinados tipos de plantas con características específicas. Además, se encargan de su testeo y de asegurar un alto porcentaje de germinación.
Para que las semillas germinen necesitan contar con un grado de madurez tal que permita un desarrollo óptimo, además de pasar por un período de estratificación, que ocurre generalmente con la conservación de las semillas a bajas temperaturas que favorecen la pérdida de la dormancia. Luego de este proceso las semillas están listas para su germinación.
Lo primero que ocurre dentro de la semilla cuando sale de la etapa de dormancia es la imbibición, proceso que ocurre cuando la semilla tiene contacto con agua y provoca la activación de los procesos metabólicos que tendrán por objetivo la elongación celular y la germinación de la plántula. Estos procesos, que son desencadenados por la imbibición de la semilla, están relacionados con la síntesis de hormonas por parte del embrión, específicamente Giberelinas, que activan la degradación de proteínas a aminoácidos. Estos últimos activan enzimas que digieren proteínas y almidón, permitiendo que el embrión genere nuevas células.
Luego que la semilla pasa por el proceso de imbibición, comienza el crecimiento de la radícula, que permitirá la absorción de nutrientes y el establecimiento en el sustrato. Cuando la semilla se encuentra en este proceso, que está totalmente ligado al agua, y sufre sequía durante un corto lapso de tiempo, el proceso se detiene, llevando a un gasto energético por parte de la semilla. Si después de sufrir este período de sequía se vuelve a humectar, el proceso comienza desde cero, con lo que el porcentaje de germinación disminuirá considerablemente.
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